Tal vez padezcas dolor físico crónico, inflamación o hinchazón; quizás te sientas desconectada de tu cuerpo o estés tensa. Esto puede incluir dolor en la zona inferior de la espalda, en el cuello o en las mandíbulas, o dolor en las relaciones sexuales. Puede que tengas algún tipo de inflamación intestinal, sientas la desagradable sensación de estar siempre hinchada…
Esta larga lista de dolencias son comunes a muchas de mujeres que, irremediablemente, viven en un estado de contención constante, que repercute en su cuerpo y en su vida en general. Se habla mucho de salud holística, pero nunca del suelo pélvico. Como manifiesta Lauren Roxbourgh en Activa el suelo pélvico: «si no hablamos de él, no es realmente holística. Nos estamos saltando toda una zona primordial y de energía de nuestro cuerpo, que influye de gran manera en nuestro bienestar físico, emocional y energético».
«Para triunfar hay que sufrir». Seguro que has escuchado esta frase alguna vez. Muchas mujeres se esfuerzan en hacer ejercicios agotadores, juzgan su cuerpo, se comparan constantemente con otras y al final, se sienten insatisfechas. Sin embargo, a través de esta lectura descubrirás que no se trata de trabajar duro sino de hacerlo con inteligencia. Se trata de trabajar con el cuerpo, no contra él. Los ejercicios de este libro son suaves, pero reducen la inflamación, trabajan la fascia y estiran los tejidos corporales para actuar sobre el metabolismo y calmar la ansiedad. No sucede de la noche a la mañana, pero el programa que nos propone Lauren es eficaz y sostenible.¿Por qué el suelo pélvico?
Muchas mujeres han perdido su conexión con esta poderosa área del cuerpo. Si no hay conexión, se pierde sensibilidad, tono, resiliencia y flexibilidad en el suelo pélvico. Si no se conecta con él, tampoco podemos hacerlo con la musculatura profunda del core. Esto hace más difícil la tonificación del cuerpo, lo que debilita e inicia toda una serie de reacciones en cadena –biológicas, neurológicas y emocionales– que impiden lograr un bienestar dinámico y holístico.
Es como si sacaras el bíceps constantemente y que no lo relajaras nunca: los músculos se debilitarían, agotarían y desconectarían.