“La OMS declara cancerígena la carne procesada”. Este titular que vemos repetido en todos los medios de comunicación ha producido un gran revuelo en la sociedad que asiste un tanto desconcertada a esta noticia, que, para muchos, implicará cambios en su dieta. Pero hay algunas cuestiones que no han sido aclaradas: ¿Hay que eliminar la carne de la dieta? ¿Qué cantidad de carne procesada se considera excesiva y es peligrosa para la salud? ¿Es posible detener el desarrollo del cáncer reduciendo la ingesta de estos alimentos?
El libro ‘El Estudio de China’ (editado en 2006) ya anticipó los perjuicios de una dieta alta en proteínas de origen animal para la salud, concretamente en la aparición y desarrollo del cáncer. Los autores, T. Colin Campbell y Thomas M. Campbell II realizaron un completo estudio sobre nutrición que les llevó a ser best-sellers.
Campbell vio los resultados de una investigación realizada en India sobre el cáncer de hígado y el consumo de proteínas en grupos de ratas de laboratorio, que le llevó a elaborar un estudio sobre las proteínas en el desarrollo de un tumor. Este estudio fue financiado por el NIH, la Sociedad Americana del Cáncer, el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer y la Fundación Americana para la Investigación del Cáncer.
El estudio determinó que “las células iniciales cancerosas no crecerán ni se multiplicarán a menos que encuentren las condiciones adecuadas. El desarrollo es reversible, pero esto depende de si la formación inicial del cáncer encontró las condiciones idóneas para proliferar. Y es ahí donde entra en juego la importancia de ciertos factores relacionados con la dieta. Se denominan agentes promotores y favorecen el desarrollo de la enfermedad”. (…)
“Una estudiante de mi departamento demostró que cuanto menor es la ingesta de proteínas, menos es también la cantidad de aductos ADN-aflatoxina”. “Ahora contábamos con la imponente evidencia de que una baja ingesta de proteínas podía reducir en gran medida la actividad enzimática y prevenir las peligrosas adherencias del carcinógeno al ADN. Estos hallazgos fueron impresionantes, incluso podrían ser suficientes para ‘explicar’ que un menor consumo de proteínas resulta en una menor incidencia de cáncer. Pero queríamos tener más información y estar muy seguros de esta afirmación, de manera que continuamos”.
“Llegamos a descubrir que las dietas bajas en proteína reducen los tumores gracias a los siguientes mecanismos:
* Una menos cantidad de aflatoxina penetraba en la célula.
* Las células se multiplicaban más lentamente.
* En el complejo enzimático se producían múltiples cambios que reducían su actividad.
* La cantidad de componentes esenciales de las enzimas relevantes se reducían.
* Se formaban menos aductor ADN-aflatoxina”.
Posteriormente, realizaron la observación “del desarrollo de los focos cancerosos, midiendo su cantidad y anticipando las dimensiones que podían llegar a tener, pudimos aprender de forma indirecta cómo crecen los tumores y cuál podría ser el efecto de las proteínas”.
“Diseñamos un experimento mucho más contundente. Una de mis alumnas de la universidad realizó una secuencia detallada de experimentos” con ratas de laboratorio. “Cuando se alimentaba a los animales con la dieta que incluía un 20% de proteínas, los focos (cancerígenos) continuaron aumentando de tamaño según lo esperado. Pero cuando cambiamos la dieta por otra con un bajo contenido de proteínas (5%) observamos una pronunciada reducción en el desarrollo de los focos. Y cuando los animales volvieron a ingerir la dieta con un 20% de proteínas, el desarrollo de los focos volvió a activarse”. “Estos diversos experimentos fueron muy exhaustivos. El desarrollo de los focos se podía revertir, aumentar y disminuir modificando la cantidad de proteínas consumidas a través de la dieta y en todos los estadios de desarrollo de los focos microscópicos”.
“Estos estudios revelan que el desarrollo del cáncer puede ser modificado mediante cambios relativamente modestos en el consumo de proteínas. Pero ¿cómo saber qué cantidad de proteínas es excesiva o por el contrario insuficiente?”.
(…) “El hallazgo más significativo de este experimento fue el siguiente: los focos se desarrollaban únicamente cuando los animales ingerían la cantidad de proteínas necesaria para satisfacer su índice de crecimiento corporal (12%) o cuando superaban dicha cantidad”. “Este descubrimiento puede tener una considerable relevancia para los seres humanos (…). Lo aclaro porque la proteína necesaria para el crecimiento de las ratas jóvenes y de las personas jóvenes, y la proteína necesaria para conservar la salud de las ratas adultas y de los humanos adultos son asombrosamente similares. De acuerdo con la cantidad diaria recomendada (CDR) para el consumo de proteínas, deberíamos extraer el 10% de nuestra energía de las proteínas. Este porcentaje es considerablemente superior a la cantidad real necesaria, pero comom esta cifgra puede variar de un individuo a otro, se recomienda el 10% para garantizar una ingesta adecuada. (…). “Consumir un 10% de proteínas a través de la dieta equivale a ingerir entre 50 y 60 gramos diarios”.
Extractos del libro ‘El Estudio de China. Asombrosas implicaciones sobre la alimentación, la salud y la pérdida de peso a largo plazo’.
EL AUTOR:
Durante más de cuarenta años, el doctor T. Colin Campbell ha estado en la vanguardia de la investigación sobre nutrición. Su legado, El Estudio de China, es la investigación más exhaustiva realizada sobre salud y nutrición. El doctor Campbell fue profesor de bioquímica nutricional en la Universidad de Cornell (USA) y publicó más de trescientos trabajos científicos. El Estudio de China es el resultado de veinte años de colaboración entre la Univ. De Cornell, la de Oxford y la Academia China de Medicina Preventiva.